El Papa también los exhortó a no perder la libertad que da el Espíritu Santo y no caer en el peligro de la organización excesiva. Advirtió que otro riesgo es volverse ''revisores'' de la gracia de Dios, administradores de la gracia decidiendo quien podía recibir la oración de efusión o el bautismo en el Espíritu.

''Si alguno hace esto, les pido por favor que no lo haga más: son dispensadores y no revisores de la gracia de Dios'', subrayó.

Asimismo, recordó que la adoración a Cristo es la base de toda evangelización, ecumenismo espiritual, atención a los pobres y necesitados y acogida de los marginados. “El fundamento de la renovación es amar a Dios”, señaló.

En su discurso, Francisco dijo que espera de la Renovación Carismática, “en primer lugar la conversión al amor de Jesús que cambia la vida y hace del cristiano un testigo del amor de Dios”.

“Espero que compartan con todos, en la Iglesia, la gracia del bautismo en el Espíritu Santo. Espero de ustedes una evangelización con la Palabra de Dios que anuncia que Jesús está vivo y ama a todos los seres humanos. Que den testimonio de ecumenismo espiritual con todos los hermanos y hermanas de otras Iglesias y comunidades cristianas que creen en Jesús como Señor y Salvador”.

“Que permanezcan unidos en el amor que el Señor Jesús nos pide para todos los hombres y en la oración al Espíritu Santo para llegar a esta unidad, necesaria para la evangelización en nombre de Jesús. Acérquense a los pobres, a los necesitados para tocar en su carne la carne herida de Jesús. Busquen la unidad en la Renovación porque la unidad viene del Espíritu Santo y nace de la unidad de la Trinidad. La división ¿de dónde viene? ¡Del demonio! Huyan de las luchas internas, por favor”, exhortó.

Finalmente, el Santo Padre llamó a los miembros de la Renovación Carismática a “salir a los caminos a evangelizar, anunciando el Evangelio. Acuérdense de que la Iglesia nació en salida, aquella mañana de Pentecostés... Déjense guiar por el Espíritu Santo, con aquella libertad. Y, por favor, no enjaulen al Espíritu Santo. ¡Con libertad!”.
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Alegrémonos con este hermoso regalo.

Humberto Díaz