¿Qué es la Pascua?

Por: Nelly Rincón Galvis

Después de la Semana Santa, nos encontramos con frecuencia felicitándonos unos a otros y diciendo “felices pascuas” y suena muy hermoso, pero ¿sabemos realmente qué es la pascua?

Si tomamos el concepto aplicado a la celebración que llevaban a cabo los judíos antes de Cristo, la pascua era una fiesta de pastores en la que se mataba un cordero para pedir la fecundidad. Ya con el patriarca Moisés,  pasó a ser una celebración por la liberación del pueblo judío de la esclavitud de Egipto. Aún hoy los judíos celebraban  el "paso" (la Pascua) por el Mar Rojo del pueblo hebreo hacia la liberación de la esclavitud.

Muy diferente es el contenido para los cristianos, pues para nosotros es la fiesta más importante, ya que celebramos el "paso" de Jesús de la muerte a la vida. Es la celebración de la Resurrección de Jesús. Nuestra Pascua es ese encuentro con Jesús resucitado y ese encuentro que nos transforma y nos hace confrontarnos con nosotros mismos, con lo que ha sido nuestra vida.

El encuentro con Jesús supone inmediatamente un cambio en nuestro ser y en nuestro hacer; es como una pascua para nosotros, porque ese cambio es un paso de la vida que llevamos, a una vida nueva en Él.

En el encuentro con el resucitado lo vemos a los ojos y su mirada serena nos llena de paz; es cuando su Espíritu nos invade  y esa vida nueva  comienza a cobrar sentido. Ese paso a una vida nueva nos arrasa para vivir diferente, para esa transfiguración, para que El Resucitado sea en mí, habite en mí y me invada totalmente.

¿Vives la experiencia del Resucitado así?

Entonces, tu vida ahora tiene sentido. Vivir la pascua es cambio; vivir la pascua es enfrentar nuestros miedos; es dejar atrás lo que nos ataba, la mentira, el engaño, el orgullo, el rencor, la violencia, el egoísmo, la hipocresía, lo conflictivo, la cobardía… Es morir a mí, a mis deseos, a mis costumbres para que Él resucite en mí. Es que yo desaparezca para que el Resucitado aparezca. Creemos en el Resucitado, porque también nosotros hemos comenzado a resucitar. “Por el bautismo hemos muerto y hemos estado sepultados con Él, porque así como Cristo, por la acción poderosa del Padre, resucitó de entre los muertos, también nosotros emprendamos una vida nueva” (Rm 6,4).

La experiencia del Resucitado conlleva la experiencia del perdón, del cambio de vida, de pensamientos y sentimientos como los de Jesús. Vivir esta experiencia así, es el mayor signo de la habitación de Jesucristo en ti.

Y… ¿Cómo está el Resucitado en tu comunidad?

Es en la Iglesia, comunidad de fe, donde también habita el resucitado, porque están allí miles y miles de resucitados que son amados para amar, que oran, que estudian su Palabra, que celebran los sacramentos, que toman del Resucitado en la Eucaristía y se fortalecen. Es en la comunidad donde el Resucitado habla al corazón, cuando compartimos un pan y un techo como hermanos, cuando compartimos el dolor y la alegría del otro, es cuando compartimos vida.

En conclusión, si te encontraste con el Resucitado comienzas a vivir como Él. Asumes su carácter, asumes su amor, su pasión por resucitar a otros. Anhelas su aliento de vida, su Espíritu Santo, anhelas que te pregunte si lo amas para decirte que lo sigas, para hacerte su discípulo e invitarte a cuidar su rebaño.

Él te espera en la orilla del lago, ese lago donde quizás no has pescado nada, ese lago donde Él te invita a caminar sobre las aguas. Él te invita a tener fe, a resucitar tu fe como parte de la experiencia de tu pascua, a darle vida, a que sea una fe comprometida y sin miedo para que lleves la buena nueva hasta los confines de la tierra y sobre todo, te dice: “¡No tengas miedo!”  “¡Recibe el Espíritu Santo!”.