FUNDACIÓN HOMBRES Y MUJERES DE FUTURO
Guía de predicación

Noviembre 30 / 2016

TU FAMILIA, TERRITORIO DE PAZ

(Is 9,5)

Objetivo

Crear conciencia de que la paz la hemos de construir entre todos comenzando en nuestra familia. Es nuestro deber, como padres, sembrar paz en el corazón de cada miembro de la familia y así, procurar que alcance todas las realidades en que actuamos en nuestro diario vivir. Desde luego, para hacer esto tendremos que ser constructores de paz, rimero que todo en nuestro propio corazón.

Introducción

Este tiempo de adviento que comenzó el domingo anterior, nos recuerda que estamos esperando a Aquél que fue llamado por Isaías: “Maravilla de consejero, Dios fuerte, Padre de eternidad, Príncipe de la paz” El misterio dela Encarnación nos muestra el verdadero rostro de Dios, para quien el poder no significa fuerza y destrucción, sino amor, y su justicia no es venganza, sino misericordia. Por eso aprovechemos este momento litúrgico que estamos viviendo, para impregnarnos de ese Dios príncipe de paz y poder ser como familia, territorio de paz.

Desarrollo

La familia como comunidad educadora fundamental e insustituible, es el vehículo privilegiado para la transmisión de aquellos valores religiosos y culturales que ayudan a la persona a adquirir la propia identidad. Fundada en el amor y abierta al don de la vida, la familia lleva consigo el porvenir mismo e la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz (Juan Pablo II, Mensaje para la celebración de la XXVII Jornada Mundial de la Paz)

Esto sólo lo podrá conseguir la familia mediante el amor recíproco de los cónyuges, llamados a una comunión de vida total y plena, ya que tal es su vocación, y también mediante el adecuado cumplimiento de la tarea educativa, que obliga a los padres a formar a los hijos en el respeto de la dignidad de cada  persona y en los valores de la paz. Tales valores, serán enseñados por el testimonio de los padres en un ambiente familiar en el que se viva aquél amor oblativo que es capaz de acoger al otro en su diversidad, sintiendo como propias sus necesidades y exigencias, y haciéndolo partícipe de los propios bienes.

Las virtudes de cada familia cristiana están basadas en el respeto profundo de la vida y la dignidad de cada uno, así como de la comprensión, la paciencia, el estímulo mutuo y por supuesto, el perdón que se da y que se pide. Todas estas virtudes dan a la comunidad familiar la posibilidad de vivir la primera y fundamental experiencia de paz.

Fuera de este contexto de afecto y solidaridad recíproca y activa, los miembros de familia permanecen en un “ser para sí mismo, en una vida privada de sentido, si no se le revela el amor, si no lo experimenta y lo hace propio” (Juan Pablo II, Redemptor hominis 10). Tal amor, por lo demás, no es una emoción pasajera, sino una fuerza intensa y duradera que busca el bien del otro, incluso a costa del propio sacrificio (amor oblativo). Además, el verdadero a mor va acompañado siempre de la justicia, tan necesaria para la paz. Una familia en donde reine este amor, proyectará este amor a otras personas que no tienen familia y viven privados de un mínimo de protección y afecto, convirtiéndose así en agente primario de un futuro de paz. Una civilización de paz no es posible si le falta amor.

Una familia que vive contraria a su vocación de paz, resulta por desgracia un lugar de tensiones y de violencia interna que la vuelve una familia disfuncional, con los esposos en conflicto, malos tratos a los hijos, estos en rebeldía o también tensiones producidas por modelos de comportamiento inspirados en el hedonismo y el consumismo, los cuales empujan a los miembros de la familia a satisfacer sus apetencias personales por encima de lo que sea, más que a una fructífera vida de comunión y solidaridad, son tristes síntomas de una paz  familiar seriamente amenazada que, en ningún caso podrá ser subsanada con la dolorosa separación de los esposos, verdadera “plaga” de la sociedad actual.

Una situación duradera de paz necesita instituciones que expresen y consoliden los valores de la paz. La institución más inmediata a la naturaleza del ser humano es la familia. Solamente ella asegura la continuidad y el futuro de la sociedad, por tanto, la familia está llamada a ser protagonista activa de la paz gracias a los valores que encierra y transmite hacia adentro y mediante la participación de cada uno de sus miembros en la sociedad (Juan Pablo II, XXVII Jornada Mundial de la Paz, enero 1° de 1994).

Conclusión

Tener una familia estable, con paz, sin duda es un deseo de todos; pero en todas las familias se presentan, en la convivencia diaria, roces, discordias, enfados, grandes o pequeñas dificultades que tendremos que superar en pro del bienestar y el buen funcionamiento de la primera y más importante institución generadora de paz que es la familia y de cada uno de sus miembros.

Pidamos en familia al Príncipe de la Paz que reine en cada uno de nuestros corazones, para que la nuestra sea un verdadero territorio de paz.

Taller

·         ¿Qué estoy haciendo como padre o madre de familia para construir paz?

·         ¿Qué haces para superar situaciones de conflicto en tu familia?

Bibliografía

Semana por la familia 2016- Familia hogar de misericordia -Conferencia Episcopal de Colombia