FUNDACIÓN HOMBRES Y MUJERES DE FUTURO
Guía de predicación

Agosto 29/ 2018 (Familias)

MISERICORDIA QUIERO, QUE NO SACRIFICIO.

Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.

 (Mt 9,13)

 

Objetivo:

Recordar la misericordia de Dios para con todos nosotros y aprender de Él a ser misericordiosos.

Introducción:

Nos dice el Señor por medio del profeta Jeremías: ¿No es pues para mí Efraím, un niño tan querido, tan mimado, que cuantas veces trato de reprenderle, me enternece su recuerdo y se conmueven mis entrañas y se desborda mi ternura hacia él? (Jer 31,20)

Son muchos los textos de la escritura en donde se nos muestra el amor, la ternura y la misericordia del Señor para nosotros sus hijos, y es porque ese Padre amoroso se conmueve de tal manera ante la miseria que acarrea el pecado en nosotros, que quiere que nos volvamos hacia Él, que nos convirtamos. Una vez reconocida la falta, Él siempre tendrá misericordia de nosotros.

Desarrollo:

Comenzaremos por decir que misericordia es:

  • La palabra que nos revela el misterio de la santísima trinidad, porque Dios es en esencia misericordia.
  • El acto último y supremo con el cuál Dios viene a nuestro encuentro.
  • La ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros a los hermanos que va encontrando en el camino de la vida
  • Es la vía que abre el corazón a la esperanza de ser amados por Dios, no obstante el límite de nuestro pecado.
  • Experimentar el amor de Dios que consuela, restaura, acoge, perdona, devuelve nuestra dignidad, y nos ofrece esperanza.

La misericordia de Dios siempre será más grande que cualquier pecado, porque el amor de Dios que perdona no tiene límite. El único límite que conoce la misericordia de Dios es el corazón endurecido del ser humano.

Un ligero vistazo al salmo 136 nos servirá para entender que Dios hace absolutamente todo por amor.

Dios pues, es misericordia y ternura; así mismo exige a sus criaturas esa misma misericordia y ternura mutua entre hermanos. Él quiere que hagamos visible el amor que nos ha dado, de la misma forma que Jesús hizo visible el amor del Padre.

“Misericordia quiero que no sacrificios”, más vale un acto de amor con un hermano necesitado que cientos de ayunos, novenas y ofrendas. “Porque yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos”. (Os 6,6)

Nos acompaña también el texto de Isaías 58,6-11. Definitivamente el Señor quiere que amemos como Cristo nos ama y nos enseñó a amar. Jesús es el rostro de la misericordia Divina, todos sus actos traducen la misericordia Divina. Así pues, en nuestra familia debe hacerse visible la misericordia del Dios, apoyándonos, perdonando y pidiendo perdón, siendo solidarios, comprensivos poniéndonos siempre en los zapatos del otro.

 

Sed misericordiosos

La perfección que Jesús exige a sus discípulos, según los Evangelios, es el ser misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso (Mt 5,48 – Lc 6,36). Es una condición esencial para entrar en el Reino de los cielos (Mt 5,7). El Señor nos pide hacernos prójimo de los más necesitados que encontramos en nuestro camino a ejemplo del buen samaritano (Lc 10,30-37). De igual manera, nos pide tener misericordia (perdonar) con el que nos ha ofendido (Mt 18, 23-35), así seremos nosotros juzgados según la misericordia que hayamos practicado con nuestro prójimo. “Dichosos los misericordiosos porque ellos obtendrán misericordia”.

En la actualidad es triste constatar cómo la experiencia del perdón en nuestra cultura se desvanece cada vez más. Nos hemos vuelto cada vez más justicieros, pidiendo “justicia” cuando en realidad estamos pidiendo venganza. Ha llegado para la iglesia el tiempo de encargarse del anuncio alegre del perdón, pues éste es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde valor para mirar el futuro con esperanza.

 

Obras de misericordia

En su último documento, el papa Francisco nos habla de lo que Él ha llamado el gran protocolo por el cual seremos juzgados según Mt 25, 31-45:

«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria.  Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos.  Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.  Entonces dirá el Rey a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.

 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y acudisteis a mí.” Entonces los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, ¿y te dimos de beber?  ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, ¿y te vestimos?  ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y acudimos a ti?”

 Y el Rey les dirá: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.

Pero también debemos recordar las obras de misericordia espirituales: Dar consejo al que lo necesita, Enseñar al que no sabe, Corregir al que yerra, Consolar al triste, Perdonar las ofensas, Soportar con paciencia los defectos del prójimo, Rogar a Dios por los vivos y los difuntos.

 

Conclusión:

La iglesia, la familia y cada cristiano está llamado a ser el primer testigo veraz de la misericordia, viviéndola como el centro de la Revelación de Jesucristo.

Que cada cristiano católico se convierta en eco de la Palabra de Dios, que resuena fuerte como Palabra de perdón, ayuda y amor.

 

Taller:

  • Recuerda que el primer campo donde practicar la misericordia es tu familia.
  • ¿Tienes aún algún perdón pendiente? ¿Alguien a quién perdonar o pedir perdón?
  • ¿Qué pasos concretos vas a dar para poner por obra la misericordia que el Señor te está pidiendo hoy?

 

Bibliografía:

  • Carta Misericordiae Vultus
  • Exhortación Gaudete et Exsultate Papa Francisco.
  • Vocabulario de Teología Bíblica X. León Dufour.
  • La Nueva Biblia Jerusalén