COMUNIDAD HOMBRES Y MUJERES DE FUTURO
MINISTERIO DE MAESTROS - 
GUÍA DE FRATERNIDAD

Julio 28 - 2021

LA VERDADERA ALEGRÍA NOS VIENE DE LO ALTO

(Sal 4,7-8)

Objetivo

Dar a conocer la verdadera alegría cristiana y de dónde viene.

Desarrollo

La alegría es uno de los principales temas de las Escrituras; se le encuentra por todas partes en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. El mensaje de la Biblia es profundamente optimista: Dios quiere a su criatura feliz, colmada de vida en abundancia y de plenitud y para eso nos ha dado a su Unigénito.

Pero el mundo actual apenas conoce esta alegría integral. La mayor parte de la humanidad busca la alegría en el placer, en la evasión de todo lo que no le produzca bien estar, aceptan una vida cotidiana irrelevante y sobre todo sin sentido.

Los cristianos debemos saber que la Buena Nueva de la salvación es un mensaje de alegría y nos corresponde a nosotros transmitir esa alegría a un mundo que vive en la desesperanza, en la falta permanente de autenticidad y de transparencia.  La alegría nuestra expresa su certeza basada en la Victoria de Cristo.

Nuestra alegría tiene su fuente en el mismo Mesías, Jesús ofrece una alegría que es la suya y que ha engendrado en Él la entrega total de Sí y la obediencia perfecta al Padre; pero solo reciben esta alegría aquellos que, a su vez, observan el mandamiento nuevo del amor sin límites. "Si observáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como Yo he observado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os digo esto para que mi alegría esté en vosotros y para que vuestra alegría sea perfecta" (Jn 15, 10-11).

La alegría del cristiano nos viene de aprender a trascenderlo todo, de esa mirada que nos da el Espíritu de Dios que va más allá de lo que tenemos al frente. Ver más allá del problema, del obstáculo. Ya decía Pablo: “Considero que los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los comparamos con la gloria que habremos de ver después.”

La mayoría de las veces la falta de alegría está determinada por el no tener, o el haber perdido a algo o a alguien. Pero cuando comenzamos a amar a Dios sobre todas las cosas, como lo hizo Jesús, nos vamos desprendiendo de todos nuestros apegos (cosas o personas) y le vamos dando al Señor el puesto que le corresponde en nuestra vida.

La alegría del cristiano no es cuestión de temperamento, es cuestión de fe y de esperanza en la eternidad bienaventurada que nos dio nuestro Señor Jesucristo.

Entristecernos, sentir dolor, inquietud, etc., son sentimientos totalmente humanos y normales. El hecho de que seamos cristianos creyentes no nos hace insensibles. Es normal llorar y expresar nuestro dolor y tristeza, lo que no debemos hacer es recrearnos en ese sentimiento y quedarnos allí. 

La alegría de la salvación que Jesucristo nos ha dado debe ayudarnos a trascenderlo todo.

El padre y la madre de familia que aprenden a vivir la verdadera alegría del cristiano, sabrán transmitir a sus hijos esa alegría y la esperanza que viene del Padre creador. Ellos aprenderán a vivir con esa alegría, a trascenderlo todo y a no esperar nada del mundo, porque toda su confianza estará puesta en Dios.

Conclusión:

No pretendamos cambiar las circunstancias para ser felices, cambiemos nuestra forma de enfrentar las circunstancias con los ojos puestos en Dios, con esa mirada nueva que nos da la vida en el Espíritu.

Taller: