Fundación Hombres y Mujeres de Futuro Minuto de Dios

Guía de Predicación - Abril 22 a 27, 2024

“DE LA PEQUEÑEZ A LA GRANDEZA DEL REINO DE DIOS”

(LA PARABOLAS DE LA SEMILLA QUE CRECE SOLA Y EL GRANO DE MOSTAZA)

Marcos 4, 26-34

OBJETIVO

Descubrir la grandeza del Reino de Dios que se siembra a través de Su Palabra, que empieza desde lo más pequeño como una semilla, y que poco a poco va creciendo hasta hacerse grande, fuerte y robusta, como el grano de mostaza, así va creciendo en nuestro corazón la Palabra del Reino de Dios, sin que nos demos cuenta.

INTRODUCCIÓN

Jesús anuncia la novedad del Reino de Dios, de una forma poética, por medio de las parábolas, y lo hace desde la realidad de un agricultor que siembra la semilla, Dios es el sembrador incansable, que riega la semilla por todas partes, nosotros somos los responsables de llevarla a la madurez.

El Evangelio de San Marcos en el capítulo 4, 26-34 nos narra dos parábolas con las que Jesús nos muestra la eficacia de la Palabra de Dios sembrada en el corazón del hombre, comparada con el proceso evolutivo de la semilla, en otras palabras de la pequeñez a la grandeza de Dios en nuestra vida.

La parábola de la semilla que crece por sí sola (v. 26-29), nos muestra el poder de la pequeña semilla, que queda de la cosecha anterior y que al entrar a la tierra que esta mojada, se pudre y desaparece para engendrar vida, convirtiéndose con el pasar del tiempo en un brote, que crece y que va produciendo fruto en abundancia.

El Reino de Dios es una realidad, que empieza por lo pequeño y que tiene un poder tan grande que va creciendo sin que tengamos nada que intervenir. Hay que dejarnos maravillar por lo que Dios está haciendo en nuestra vida, aunque pensemos que no está pasando nada, hay que confiar en la vitalidad de la Palabra de Dios que ha sido sembrada en nuestro corazón cada vez que la escuchamos en una predicación, o la leemos y meditamos de manera personal.

La segunda parábola (v. 30-34) nos habla del grano de mostaza, que es la semilla más pequeña que puede existir en el mundo, su tamaño es como la cabeza de un alfiler, y que cuando crece llega a ser un arbusto de unos 3 metros aproximadamente, donde los pájaros pueden hacer su nido.

Esta parábola nos enseña, que lo que parece pequeño a nuestro modo de ver, puede contener un poder y una fuerza impensable. La Palabra de Dios que ha sido sembrada en el corazón puede llegar a ser fecunda y grande para acoger a muchos.

El Reino de Dios, aunque ahora no se vea y quizás este oscurecido por el pecado, sigue creciendo pacientemente hasta que llegue el momento en que se manifieste en plenitud y pueda acoger a todos como el arbusto de la mostaza.

Las dos parábolas nos interrogan sobre la obra que está haciendo la Palabra de Dios en nosotros y la misión que tenemos de hacer crecer esta Palabra en muchos corazones.

CONCLUSION: 

Las dos parábolas nos hacen reflexionar sobre la obra que está haciendo en nosotros la Palabra de Dios, que comienza por pequeños detalles y que va creciendo en la medida que la dejamos actuar. Esta pequeña semilla, sin darnos cuenta comienza a brotar gracias al Espíritu Santo, y entonces vemos que la forma de hablar, de pensar, de actuar es diferente, y a medida que seguimos perseverando y vamos escuchando la Palabra, las ramas se irán extendiendo a otros y luego los frutos aparecerán, y la grandeza del Reino de Dios se mostrará para que muchos crean. 

«La semilla no es ni tuya, ni mía. La semilla la siembra Dios y es Dios el que da el crecimiento. Yo soy el brote, cada uno de nosotros puede decir. Sí, pero no por mérito tuyo, sino de la semilla que te hace crecer. ¿Y yo qué tengo que hacer? Regarla, regarla para que eso crezca y llegue a esa plenitud del espíritu. Es lo que ustedes tienen que dar como testimonio. ¿Cómo se puede regar esta semilla? Cuidándola. ¡Cuidando la semilla y cuidando el brote que empieza a crecer! Cuidar la vocación que hemos recibido. Como se cuida a un niño, como se cuida a un enfermo, como se cuida a un anciano. La vocación se cuida con ternura humana. Si en nuestras comunidades, si en nuestros presbiterios falta esa dimensión de ternura humana, el brote queda chiquito, no crece, y quizá se seque. Cuidar con ternura».

(Discurso de S.S. Francisco, 2 de diciembre de 2017).

TALLER

Ø  ¿Qué esperamos del  Reino de Dios?

Ø  ¿Qué semillas han ido creciendo en nuestro interior?

Ø  ¿Tengo la fe suficiente para creer en la grandeza del Reino, aunque parezca que estoy solo?

TEXTOS DE APOYO

Juan 12, 24; Mateo 17, 20; Lucas 17, 5-6 Se recomienda oír la Lectio Divina del texto de esta parábola (Mc 4,26-34) del Padre Fidel Oñoro Consuegra, en YouTube