FUNDACIÓN HOMBRES Y MUJERES DE FUTURO
Guía de predicación

Julio 4 / 2018

EL VALOR DEL TIEMPO

“Así pues, mirad atentamente cómo vivís; que no sea como imprudentes, sino como prudentes; aprovechando bien el tiempo presente, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino comprended cuál es la voluntad de Señor” (Ef 5, 15-17).

Objetivo

Reflexionar sobre el valor del tiempo para aprovecharlo mejor, revisando todo nuestro quehacer diario y cambiar aquello que nos puede estar haciendo malgastar el tiempo para realizar el proyecto de Dios para nuestra vida.

Introducción

La vida del ser humano, como la de todo ser biológico tiene un ciclo: nacer, crecer, reproducirse y morir y aunque quisieras adelantar o retroceder este ciclo, nada puedes hacer. La Palabra de Dios nos dice que hay un tiempo y una hora para todo lo que está bajo el sol (Ec 3,3). Por eso se hace tan importante ser consciente, que el buen manejo del tiempo es esencial ya que somos responsables ante Dios por la manera como lo utilizamos y de la forma como interpretamos el plan que tiene para cada uno de nosotros dentro de ese ciclo de vida.

Si quieres cumplir con lo que Él ha planeado para ti, necesitas aprender a invertir el tiempo debidamente en el propósito de Dios.

Veamos algunas maneras que Su Palabra nos propone para este fin.

Desarrollo

Muchas veces hemos tenido expresiones como: “No me alcanza el tiempo” o “Cómo quisiera tener más tiempo”, “Me faltó tiempo para hacer esto” y nos estresamos porque no alcanzamos a hacer todo lo que queremos. Realmente no es que falte tiempo, lo que no hemos logrado es administrarlo adecuadamente porque a veces se lo dedicamos más a lo que no es importante. Cuanto tiempo desperdiciado viendo televisión horas y horas, respondiendo correos, mensajes por redes sociales, contestas uno y ¡ya han llegado otros más! Apenas si los has leído y ya debes responder otros, llamadas telefónicas, etc., y esto son solo algunas distracciones del día a día. Seguramente mucho de esto es importante, pero otro tanto no.

Tenemos que ser conscientes que también necesitamos nuestro tiempo de descanso, de recreación, tiempo para socializar, además del que les dedicamos a Dios y a nuestra familia, pero sin pasar los límites. Tantas distracciones se traducen en falta de eficiencia. Quien desperdicia tiempo, desperdicia vida.

El Rey Salomón decía “Todo tiene su Tiempo” y si alguien supo cómo hacer cada cosa en su momento fue Jesús. Sabía exactamente cómo administrarlo, tenía claro que debía hacer solamente lo que el Padre le había encomendado (Mc 1, 35-39) cada segundo lo tomaba como una oportunidad para sanar, para liberar o para consolar (Lc 8.41-48). No se trata solo de reaccionar ante la vida diaria en ese propósito de Dios con nosotros. Él nos ha escogido y llamado para llevar a cabo sus planes y en sus planes no estaba que diéramos tumbos por la vida, si no que camináramos con rectitud, exactitud y diligencia; siendo así, aprovecharíamos mejor las oportunidades y no desperdiciaríamos el tiempo.

El tiempo perdido nunca se recupera. Cuando tenemos cierta edad, solemos preguntarnos qué hemos logrado. A veces la respuesta no es nada alentadora, otras veces es un poco mejor pero lo ideal sería poder decir como Pablo “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2ª. Ti 4,7) y, además, poder decir que nuestro caminar ha sido guiado con sabiduría, guiado por el Espíritu Santo y que por eso hemos podido ser responsables. “Mirad atentamente como vivís”, (Ef. 5, 15) es decir, no es una mirada rápida a la vida, como si fuera cualquier asunto, Pablo dice que miremos atentamente, con diligencia, con presteza, con exactitud y rigurosidad. Cada paso de nuestra vida, debemos meditarlo, si no lo hacemos somos necios por no hacer lo que Él manda, por no discernir cuál es Su voluntad. El sabio, por el contrario, somete todo a Su Voluntad a través del Espíritu Santo.

La conducta, mente, cuerpo, relaciones personales, economía, emociones, sentimientos y actitudes, entre otras, son áreas que debemos someter a la sabiduría del Espíritu; son áreas que debemos tener en cuenta en las dimensiones del tiempo: pasado, presente y futuro.

Se dice que “todo tiempo perdido los santos lo lloran”. Todos tenemos un pasado lleno de cosas buenas y alegres, pero también nos ha dejado experiencias difíciles que nos afectan más de lo que deberían en nuestro presente más inmediato. Hay que saber cuándo una etapa llega a su fin y cerrarla, de otro modo estaríamos quedándonos con los fantasmas del pasado, en cosas que ya no podemos solucionar. Quienes no sueltan su pasado, ponen una barrera que les impide seguir avanzando, los bloquea y los paraliza. Nuestro pasado solo debe ser como una oportunidad de aprendizaje, como una experiencia valiosa para seguir adelante.

El presente es otra cosa, Jesús lo vivió como manifestación y presencia de Dios en su vida cada instante y nos invitó a buscar primero Su Reino y Su justicia, porque todas las demás cosas se nos darían por añadidura. El presente es una oportunidad para hacer el bien llevando a cabo la misión que Jesús nos encomendó, creyendo que todo lo que necesitemos adicionalmente, la añadidura, Él la dará. Vivir el presente debidamente, es importante para no caer en la añoranza del pasado y menos en decir que “todo tiempo pasado fue mejor”. Cada situación trae su propia preocupación y darte la oportunidad de experiencias nuevas puede abrir la puerta para tu realización y para ese encuentro asombroso con el Dios de la vida, del pasado, del presente y del futuro. Así que no te preocupes del mañana, el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio afán (Mt 6,34).

“El tiempo es oro” y si nos pasamos suspirando por el futuro incierto, perdemos la oportunidad del presente real. ¡Cuánto tiempo perdemos! ¡Días y noches enteros haciendo castillos en el aire! proyectamos todos nuestros deseos hacia ese mañana y dejamos sin resplandor el presente.

El futuro, ahhh el futuro. Dice Eclesiastés en la versión Dios habla Hoy:

En realidad, hay un momento y un modo de hacer todo lo que se hace, pero el gran problema del hombre, es que nunca sabe lo que va a suceder, ni hay nadie que se lo pueda advertir.(Eclesiastés 8, 6-7)

¿Entonces? Sí debes tener metas, proyectos, por supuesto que sí, pero aterrizados. La mayoría de seres humanos pasamos mucho tiempo asegurando nuestra vida, buscando bienestar, apegándonos a los seres queridos, luchando por tener más y más, asegurando la vida en la tierra como si nunca tuviéramos que partir y muy poco o nada pensamos en la eternidad; a veces hasta sentimos miedo de la eternidad, pero es lo único seguro y maravilloso que tenemos.

Ya lo decía David:

Señor, hazme saber qué fin tendré y cuánto tiempo voy a vivir, para que comprenda cuán breve es mi vida.  Me has dado una vida muy corta; no es nada mi vida delante de ti. ¡Todo hombre dura lo que un suspiro! ¡Todo hombre pasa como una sombra! De nada le sirve amontonar riquezas, pues no sabe quién se quedará con ellas. Y así, Señor, ¿qué puedo ya esperar? ¡Mi esperanza está en ti! Líbrame de mis pecados; no dejes que los necios se burlen de mí”. (Salmo 8, 5-9).

Por eso, cuida todas las áreas de tu vida. Quizás tengas que dedicar más tiempo a unas que a otras; céntrate en lo que realmente es importante y trascendente. No te disperses, disciplínate. Recuerda que la vida es breve. Usa bien tu tiempo y no renuncies a tu misión ni a tus sueños. Trata de no postergar las cosas, ni busques excusas para no hacerlas. Apúntale a ser eficiente siempre proponiéndote objetivos. Evita la desorganización y el pesimismo cuando hagas algo. Valora los dones, los talentos y las habilidades que Dios te dió; seguro tienes mucho potencial. Delega tareas en casa o en el trabajo, ordena las cosas para que tengas un buen y agradable entorno, planifica y ten en cuenta que puede haber imprevistos, trabaja con intensidad, pero sin estresarte.

Conclusión

Pasado, presente y futuro, todo es importante. El pasado, tómalo como las experiencias buenas que disfrutaste o no tan buenas, pero que te enseñaron a madurar y a corregir el camino. El presente, como vivencias del aquí y del ahora, eso que estás haciendo ahora, esos sucesos que tienen lugar en este momento, vívelos intensamente.

El tiempo en la Biblia y el camino de la vida cristiana se hacen muy cortos y rápidos. Para los que no conocen a Dios, el tiempo les parecerá aburrido, largo y tedioso; pero recordemos que Dios todo lo hizo hermoso y en su tiempo.No seamos insensatos, tratemos de comprender cuál es la voluntad del Señor.

Pidamos al Espíritu Santo que fortalezca tu voluntad para que nada te detenga en cumplir el plan de Dios para ti, para que el miedo no te detenga y puedas aprovechar mejor el tiempo para transmitir su Evangelio y llevar a cabo todos tus planes y tus sueños, porque tu tiempo, también es oro

Taller

  • ¿Cómo ser eficiente en la vida con tantas distracciones que nos plantea el mundo?
  • ¿Cómo aprovechar mejor el tiempo y dar prioridad a lo que es verdaderamente importante?

Oración

Señor ayúdame a usar bien el tiempo que me has dado, a tomar buenas decisiones. La vida pasa, y no puedo desgastarme en lo inútil y en lo superfluo. El tiempo sólo tiene sentido si solo hago lo que me lleva a amarte a Ti y a servir a mis hermanos.

Señor, tengo este tiempo que me concedes. Haz que lo aproveche más para acercarme a Ti, para conocer mejor mi fe, para amar más a mi familia, a mi Iglesia, a mi comunidad, para llenarme de esperanza y avanzar por el camino que Tú me propones, camino de amor, servicio, entrega hasta poder dar la vida por mis hermanos como Tú lo hiciste Señor Jesús.

Bibliografía