FUNDACIÓN HOMBRES Y MUJERES DE FUTURO
TEMAS ASAMBLEAS

Semana del 1deJunio

EL ESPÍRITU SANTO EN LA FAMILIA

(Hch 2, 38-39)

OBJETIVO

Concientizar a las familias de reavivar el poder del Espíritu Santo que está en sus corazones desde el día del Bautismo, para que haya familias transformadas y renovadas por la fuerza de Dios a través de Su presencia.

INTRODUCCIÓN

Después de la venida del Espíritu Santo sobre la comunidad reunida en el aposento alto, los discípulos comienzan a dar testimonio públicamente de Cristo resucitado, viven intensamente el compartir su vida, cuentan las experiencias vividas a su lado, su predicación tiene un alcance universal; lo hacen sin miedo, porque el poder que los anima es el mismo que animó a Jesús, es la fuerza y el poder del Espíritu Santo venido sobre ellos.

Las Sagradas Escrituras nos dicen que Pedro, lleno del Espíritu Santo, exhorta a los judíos a que reciban el poder que viene de lo alto. Es la promesa de Jesús, que no solo es personal sino que cobija a toda la familia: “...pues la Promesa es para ustedes y para sus hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro.” (Hch. 2, 39). Con estas palabras más de tres mil personas se hicieron bautizar y creyeron en el Señor (cfr. v. 41).

La familia necesita este nuevo ardor al interior de su casa; esta fuerza renovadora, que la llevará al perdón, al diálogo, a una transformación total, donde cada uno de los miembros del hogar se sientan amados, acogidos, respetados y sanados por la gracia del Espíritu Santo.

DESARROLLO DEL TEMA

38«Pedro les contestó: «Conviértanse y que cada uno de ustedes se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de sus pecados; y recibirán el don del Espíritu Santo; 39pues la Promesa es para ustedes y para sus hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro.» (Hch.2, 38-39).

Encontramos en la anterior lectura Bíblica, tres palabras claves para reavivar el don del Espíritu Santo en familia.

  1. Conviértanse.
  • La palaba convertirse equivale a dar un giro en la vida, a volverse hacia Dios.
  • Es el cambio de mentalidad, es una opción por Jesucristo y por su estilo de vida. La conversión conlleva a dar la espalda al pecado y volverse a Jesucristo
  • Es abandonar las tinieblas y acoger la luz de Cristo, pasar del pecado a la gracia, del odio al amor, de la lejanía a la cercanía, de la indiferencia a la solidaridad.
  • La conversión conduce a tumbar todos los rótulos o etiquetas que me han colocado. A reconocer que soy una persona especial, hecha a imagen de Dios.
  • La conversión nos ayuda a reconocer el vacío interior en que vivimos cuando solo nos preocupamos por lo material, por las cosas superficiales, cuando nos inclinamos a los ídolos del dinero, el placer y el tener. La conversión nos permite ver que los pecados nos afean, nos sonrojan, nos llevan a la perdición.
  • La conversión no busca que los demás cambien, sino que yo cambie, que vuelva mis ojos a Dios y sea la mejor persona que puedo ser. Si un papá o una mamá cambian, cambian también sus hijos. Yo soy el que cambio y así logro que cambie mi entorno.
  1. Bautizarse en el nombre de Jesucristo.
  • Dice la Palabra de Dios que Juan bautizó con agua, pero Jesús nos bautizará con Espíritu Santo (Mc 1, 8). No se trata de bautizarnos nuevamente, sino de recibir el bautismo en el Espíritu, es decir, revivir las gracias y carismas recibidas el día del Bautismo.
  • Bautizar significa sumergirse; por tanto, Bautismo en el Espíritu Santo es sumergirse en su amor, su poder, en su acción.
  • En nombre de Jesucristo nos sumergimos “para remisión de vuestros pecados”. Es el bautismo en la sangre de Cristo que nos sana, nos libera del pecado y nos hace inocentes.
  • El bautismo en el Espíritu confirma el perdón de los pecados y la presencia de Jesucristo resucitado en nuestra vida.
  • Debemos asumir la salvación en Jesucristo y recibir el perdón de los pecados. Sentirnos salvados y perdonados es muy importante para vivir el bautismo en el Espíritu Santo.

  1. Recibir el don del Espíritu Santo

Para recibir el don del Espíritu Santo, es importante entender quién es el Espíritu Santo: Veamos entonces:

  • Es una persona divina, la más bella y amorosa persona. Y para poder descubrirlo debo conocerlo y vivirlo.
  • Es el aliento de Dios, es decir el Ruah que significa soplo, aliento, aire, viento.  El Espíritu Santo es el aliento vivificante que deja Jesús a sus discípulos (cfr. Jn. 20,22)
  • Es el “Paráclito” en griego “Parakletos” que significa: Defensor, ayuda, consolador.
  • Es el poder y el amor del Padre y del Hijo. Es la promesa del Padre Hch. 1,5; 8; Jn. 16, 7.

Por lo tanto, recibir el don del Espíritu Santo es:

  • Es recibir el aliento vivificante de Dios que nos hace nacer de nuevo (Jn. 3, 5).
  • Es vivir la experiencia de rejuvenecer el alma, de modo que las cosas viejas queden atrás (2 Cor. 5, 17); es tener una vida nueva, ser un hombre y una mujer nuevos (Col. 3, 10).
  • Es un despojarse del vestido viejo y harapiento que son los miedos, las ataduras, los chismes, las críticas, etc., para revestirnos de la nueva vestidura de los hijos de Dios.
  • Es estar llenos de su presencia, de su fuerza, de su bendición, dejándonos iluminar y guiar por Él.  
  • La familia que recibe el don del Espíritu Santo es una familia que puede tener los mismos sentimientos de Jesús, que puede amar como amó Jesús, perdonar con Él perdonó, servir y acoger a los demás como lo hizo el Maestro, tener un corazón manso y humilde.

CONCLUSIONES

  1. Para ser una familia renovada y llena del poder del Espíritu Santo, es indispensable que cada uno de los miembros se convierta a Jesucristo.
  2. El don del Espíritu Santo es para todas las personas: “la Promesa es para ustedes y para sus hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro”.
  3. Sólo la gracia del Espíritu Santo hará familias nuevas, que se amen y se fortalezcan para afrontar los retos del día a día.