FUNDACIÓN HOMBRES Y MUJERES DE FUTURO

Guía de predicación - Mayo 20 a 25, 2.024

OBRAS SON AMORES Y NO BUENAS RAZONES
Parábola del buen samaritano: Lc 10,25 - 37

Objetivo

Tocar el corazón de quienes nos escuchan para que se identifiquen con la víctima de esta parábola, quien es el que sabe exactamente quién fue el que tuvo misericordia de él, a quien podemos identificar con Jesús en los pobres, en los rechazados, en las víctimas de la violencia, etc.

Desarrollo

Teniendo en cuenta el aspecto teocéntrico o cristocéntrico de las parábolas de la misericordia o del Reino, es decir, en donde es Dios Padre, o Jesús, el protagonista de la narración, como por ejemplo en la parábola del hijo pródigo, comienza diciendo “Un hombre tenía dos hijos” Es como decir: Dios misericordia se parece a Un padre que tenía dos hijos. De esta misma manera leyendo la parábola de nuestro texto de hoy con detenimiento, podemos notar que el protagonista no es exactamente el buen samaritano sino la víctima. Fijémonos muy bien cómo comienza la parábola:

“Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó” (Lc 10, 30a) Es decir, Jesús Hijo del Padre, bajaba de Jerusalén a Jericó. Jesús cuenta esta parábola no desde el punto de vista del samaritano sino desde la mirada del herido, para que nos metamos en la piel de esta víctima y comprendamos la necesidad de ayudar a otros.
Esta parábola nos recuerda la del juicio final, narrada en Mateo 25,31ss Y el Rey les dirá: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.” Y “En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.”

Textos de apoyo

(Pro 19,17 ), (Zac 2,8b El que os toca a vosotros toca a la niña de mis ojos.), (Mt 10,40), (Jn 5,29)

Conclusión

El protagonista de esta historia es la víctima, el hombre que fue atracado y golpeado en el camino de Jerusalén a Jericó. Jesús quiere que nos pongamos en los zapatos del que sufre, de cada víctima que pueda estar a nuestro alrededor, sea por el hambre, por la violencia, por abandono, etc., para que sintamos lo que verdaderamente sienten los más necesitados, que puede ser de cosas materiales, pero también miremos con atención aquellos que sufren rechazo, indiferencia, aquellos que llevan heridas profundas en su corazón, por abandono, por carencias afectivas etc. No quiere que pasemos de largo ante el necesitado, sin importar la justificación que tengamos. Por eso la parábola termina con un imperativo muy fuerte ¡ve tú y has lo mismo! Porque “obras son amores y no buenas razones”

Se recomienda escuchar la Lectio Divina del padre Fidel Oñoro del texto propuesto (Lc 10,25-37) en You Tube.

Taller

  1. ¿Qué te llevas en el corazón de esta lección tan importante para la vida de un católico?
  2. ¿Crees que podrías comprometerte con el Señor a hacer por lo menos una obra de amor al día? Una llamada, una visita, un abrazo…
  3. Leyendo con detenimiento todas las acciones del buen samaritano, nos damos cuenta de que hizo todo por el herido sin mérito ni recompensa, ¿Qué tendrías que cambiar para poder amar así?