Aunque ya hemos dicho que un buen predicador debe ser auténtico y tener su sello personal, también es cierto que puede aprender mucho de otros predicadores y oradores; por eso, escucha predicaciones y ve videos, observando cómo estructuran su enseñanza, cómo trabajan sus introducciones, cómo proclaman la Palabra de Dios y cómo la explican y la aplican.
Un buen predicador maneja bien sus tiempos, predica con pasión, hace uso de una buena entonación.
En definitiva, un buen predicador observará y sacará provecho de las experiencias de otros e irá forjando su propio estilo.