Comunidad Hombres y Mujeres de Futuro
GUÍA DE PREDICACIÓN - Septiembre 23 al 28/ 2024
SÉ TÚ UN HOMBRO EN EL QUE OTRO PUEDA LLORAR
2 Cor. 1, 3-4
5ta Obra de Misericordia: Consolar al triste
OBJETIVO
Conocer que el verdadero consuelo que se puede brindar al que está triste y afligido, es ponerse al lado de la persona para mostrarle que hay esperanza y plenitud en medio de su realidad.
INTRODUCCIÓN
Consolar al triste, es la quinta obra de misericordia espiritual, que se debe vivir desde la perspectiva del amor, de ponerse al lado del que sufre, prestándole el hombro para que pueda llorar y descansar, entrando en sintonía con su tristeza.
Para entender un poco más el tema del consuelo, es importante que nos preguntemos ¿Quiénes son los tristes? ¿Quiénes necesitan una mano amiga? Y la respuesta la encontramos en que son todos aquellos que están pasando por momentos difíciles en la vida: como la muerte de un ser querido, el fracaso sentimental, el abandono por parte de sus seres queridos, al que no le salen bien las cosas, aquellos que sufren por las injusticias de la sociedad, los que han sido maltratados o violentados, los que no conocen a Dios. También podemos ser nosotros mismos, porque la vida trae consigo luchas, esfuerzos, cansancios,
desalientos, desilusiones; y es aquí donde vemos que todo ser humano tiene la necesidad del consuelo, de la cercanía de alguien que te diga “ánimo, tu puedes, esto también pasará".
El consuelo es el estímulo que se le da a la persona triste, ya sea mediante palabras, abrazos, o simplemente estando ahí a su lado, para escucharlo, apoyarlo, animarlo, exhortarlo dándole un alivio a su dolor.
El consolador debe conocer al afligido, para ayudarlo a que vuelva su corazón a Dios, a que vea el dolor como parte de la realidad humana, a mostrarle un nuevo horizonte de plenitud y de esperanza. Porque el sufrimiento siempre será una realidad humana que hay que aprender a vivir desde la fe en el Señor.
Por eso dice San Pablo que Dios nos consuela en todos los sufrimientos para que podamos consolar a los que sufren, dándoles el mismo consuelo que Él nos ha dado a nosotros. (cfr. 2 Cor. 1, 3-4).
CONCLUSIONES
- El dolor y el sufrimiento son parte de la vida. Por eso, Jesús viendo a la gente que andaba como ovejas que no tienen pastor les dice: “Venid a mi todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso” (Mateo 11, 28). Y qué mejor que dejarnos consolar por Aquel que nos entiende, pues Él también vivió el dolor en la cruz.
- Todos de una u otra manera en la vida necesitamos ser consolados y consolar a otros. Pidamos al Espíritu Santo que nos de la gracia de vivir esta obra de misericordia, ya que Él es el gran “consolador” que nos ha dejado el Señor para que no estemos solos y podamos también ayudar a otros.
TEXTOS DE APOYO
(Is. 40, 1-2); (Is. 41, 10); (Is 52,7-12) (Rm. 12, 15); (Mt. 11, 28) y (Ap. 7, 16-17)