FUNDACIÓN HOMBRES Y MUJERES DE FUTURO
GUÍA DE PREDICACIÓN – febrero 24 a marzo 1º- 2025
2° Mandamiento de la Ley de Dios
No tomarás el nombre de Dios en vano
NO USES A DIOS PROFANADO SU NOMBRE
Mt 5,33-37
OBJETIVO
Reflexionar acerca de nuestro lenguaje, gestos y acciones utilizados cuando nos referimos a Dios; corregir y llevar a la práctica, conforme a las enseñanzas del Maestro Jesús para llevarnos a la plenitud.
INTRODUCCIÓN
Nos disponemos a seguir en este maravilloso camino de los mandamientos. El segundo mandato divino, nos lleva a profundizar la enseñanza recibida desde la antigua Alianza proferida por nuestro Padre Dios a Moisés, con respecto a su Santidad y el Ser por esencia, “Yo Soy el que Soy” (Ex 3,13-15), donde se reveló a su pueblo dándole a conocer su Nombre. El nombre expresa la esencia, la identidad de la persona y el sentido de su vida; quiere decir, que Dios tiene un nombre, no es una fuerza anónima. Por respeto a la Santidad de Dios, el pueblo de Israel lo llama “Señor” (Adonaí en hebreo, kyrios en griego).
En el Nuevo Testamento con la Nueva Alianza realizada a través de Jesucristo, Dios da a conocer el misterio de su vida íntima trinitaria, un solo Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
En el Padre Nuestro rezamos “Santificado sea tu nombre”, en el sentido de que todo el mundo reconozca Su santidad y Su grandeza.
En el Sermón de la Montaña, Jesús nos amplía el mandato y nos explica “Habéis oído que se dijo a los antepasados, no perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos…” (Mt. 5, 33-37)
1. El nombre de Dios es “Santo”
Este mandamiento prohíbe todo uso inconveniente del nombre de Dios, al igual que las promesas hechas a otro en Su Nombre, ya que comprometen el honor, la fidelidad, la veracidad y la autoridad divina; en cierta manera, hace de Dios un mentiroso, (C.I.C. 2147). Jesús mismo nos enseña que en el Reino de Dios, la Ley no debe ser abolida sino cumplida hasta la última J., y Él mismo la observa, en una actitud más allá de la Ley para llegar a la plenitud. (Gal. 3,23-29)
2. Uso inconveniente del nombre de Dios
Jurar en vano es prometer algo solamente de palabra, sin tener la intención o disposición de cumplirlo. Toma el nombre de Dios el que jura; pues jurar es poner a Dios como testigo de la verdad, de lo que se dice. Para que el juramento sea lícito debe reunir tres condiciones: verdad, justicia y verdadera necesidad. El que jura con mentira peca gravemente. El que jura sin justicia hace mal al prójimo; y el jurar sin necesidad, es jurar sin tener motivo; es decir, lo hace por costumbre, sin darse cuenta, pero tiene que corregirse.
Se comete pecado en este mandamiento con la blasfemia, expresión insultante, ultrajante contra Dios, (Padre, Hijo o Espíritu Santo) la Virgen, los Santos o cosas sagradas (C.I.C.2146). Consiste en proferir palabras de odio, de reproche, de desafío, de injuriar a Dios, de faltarle al respeto. La expresión blasfemia se extiende a las palabras contra la Iglesia de Cristo.
CONCLUSIONES
- Ser honestos con nuestras expresiones emocionales, gestos y palabras hace que mostremos un reflejo del carácter de Dios y nos ayuda a vivir una vida en obediencia a sus enseñanzas.
- Debemos utilizar palabras para edificar, animar y bendecir el cuerpo de Cristo que somos todos, creados a imagen divina.
- El Espíritu Santo será quien venga a nuestra ayuda a través de comunión con la vida sacramental, la oración y la vida en comunidad.
TALLER
¿Por quiénes o por qué cosas jura la gente hoy en día? ¿Qué palabras y gestos usamos a diario?
Si el cristiano es testigo de algún accidente o crimen, ¿puede testificar bajo juramento delante del tribunal civil, para defender los derechos del inocente y para condenar al culpable?
Textos de apoyo
C.I.C. 2147; (Lev. 19,12); (Núm. 30,3); (Mt 5,37); (He 4,12)